Martí Perarnau: «Luchábamos contra gigantes dopados y lo hicimos bien. Con dignidad y limpios»

Empiezo hoy con la cobertura especial que intentaré hacer sobre el Mundial de Atletismo que se disputará en Daegu (Corea del Sur) del 27 de agosto al 4 de setiembre. Para ello cuento con la ayuda de Martí Perarnau, a quién le agradecemos enormemente desde Una noche en la ópera que nos haya coincidido una entrevista (Aquí va la primera parte).

Martí Perarnau fue atleta olímpico en los Juegos Olímpicos de 1980 en Moscú en la disciplina del salto de altura. También fue campeón de España en todas las categorías y recordman nacional (2,21 metros) antes de asentarse en el mundo del periodismo. Actualmente colabora en la radio catalana RAC 1 y en las publicaciones SPORT, El Periódico de Catalunya y World SoccerDigest Japan. Pese que se ha especializado en el mundo del fútbol, siempre se ha mantenido ligado al atletismo. Compagina su actividad periodística con la productora publicitaria Only 925, de la cual es consejero delegado. En la primera parte de la entrevista nos cuenta sus vivencias como atleta, sus experiencias en la capital rusa y todo lo que rodeo al mayor evento deportivo en cuatro años.

PREGUNTA: ¿Cómo nació su pasión por el atletismo?

RESPUESTA: El responsable fue mi padre. Siendo un niño de pecho ya me llevaba a las pistas. Él fue campeón de España universitario de 400 metros vallas y yo compartía sus entrenamientos cuando ni siquiera sabía andar. Crecí en una pista de atletismo. Es lo explica todo, lo bueno y lo menos bueno.

P:¿Cómo fue la experiencia de vivir en primera persona un acontecimiento histórico tan grande como unos Juegos Olímpicos?

R: Participar en unos Juegos siempre había sido uno de mis sueños deportivos. Lo mamé en casa. Mi padre no consiguió disputar los de Londres 1948 y yo crecí con ese sueño. Hubo una casualidad en el proceso. Yo había abandonado el atletismo, por razones que no vienen al caso, en 1976 y me dedicada al periodismo. Pero el diario en que trabajaba, Mundo Diario, cerró a finales de 1979 y me encontré en la calle. Entonces, regresó mi sueño. Llevaba cuatro años sin entrenar, pero Moscú apareció en el horizonte. Volví a entrenarme con una pasión inusitada y conseguí ser olímpico. Transité por aquellos Juegos con los ojos saliéndome de las órbitas.

P: ¿Con que momento se queda?

R: Con el desayuno previo a la competición. Eran las cuatro y media de la madrugada. Soledad en el comedor. Desayuné un yogurt con pasas y un café con leche. No podía tragar nada más. Había una paz extraña. Como una ausencia de vida a mi alrededor. Era yo y mi sueño. Nunca olvidaré ese desayuno. Ni a los gamberros del equipo de natación, que ya habían terminado su actuación y regresaban a España. Se pasaron la noche gritando y bailando a las puertas del edificio español. No hubo quien durmiese aquella noche. Aunque quizás fueron los nervios y no los gritos…

P: ¿Cómo era el Moscú comunista de 1980? ¿Era como se lo esperaba?

R: Gris, triste, frío. Un Moscú de hierro y plomo adornado con miles de banderas y el dulce oso Misha, el de las lágrimas de cocodrilo. Tiempos duros, un país de acero y miedo.

En la Villa Olímpica había tráfico de anabolizantes entre médicos, entrenadores y deportistas de los países del Este y también muchos occidentales

P: Esas Olimpiadas estuvieron marcadas por el boicot americano, entre otros. ¿Cómo se vivió desde dentro? ¿Sorprendió la decisión?

R: El boicot fue terrible. Nadie que no sea un deportista con aspiraciones olímpicas puede comprenderlo. Te parten tu sueño con una espada de hielo. Política miserable. De unos y otros. Luchamos muy duro en España. Nos juntamos unos cuantos atletas y organizamos una campaña muy potente. La que hoy es mi mujer, Loles Vives, y yo habíamos sido elegidos representantes de los atletas en la Federación Española y desde ese puesto preparamos un manifiesto exigiendo al Comité Olímpico Español que se mantuviera firme ante la injerencia política y al Gobierno de la UCD que no aceptara órdenes de Estados Unidos. Lo firmaron centenares de atletas, lo difundió toda la prensa y se sumaron deportistas de todas las especialidades: desde el niño Estiarte hasta el barbudo Herminio Menéndez. El básket, el fútbol, la natación, todos firmaron el manifiesto y el COE tuvo una herramienta para defenderse. Adolfo Suárez, por otro lado, tenía problemas más graves de los que ocuparse y resistió la presión. Desfilamos con la bandera olímpica y burlamos el boicot. Otros países tuvieron mucha menos fortuna.

P: Mucho se ha especulado sobre la extensión del dopaje entre los atletas de la Unión Soviética. ¿Cómo fueron los controles antidoping?

R: Una broma, una farsa y una comedia. En la Villa Olímpica había tráfico de anabolizantes entre médicos, entrenadores y deportistas de los países del Este y también muchos occidentales. En Montreal 1976, el doping aún era materia restringida. En Moscú 1980 ya era de consumo masivo. Las marcas que en Montreal te permitían subir al podio, en Moscú no te servían ni para ser semifinalista. Una vergüenza descomunal que reducía tus posibilidades competitivas a cero.

Foto sacada del Twitter @Martíperarnau

P: ¿En que situación estaba el atletismo español? ¿Cuáles eran las aspiraciones?

R: Grandes atletas, cero ayuda económica, buenos entrenadores y un sistema de promoción notable. Bastante mejor estructurado que ahora salvo en lo económico. El doping aún no había entrado de forma masiva, sino sólo en casos esporádicos y no muy relevantes. En esas condiciones, las aspiraciones no podían ser elevadas pero el rendimiento fue positivo: la medalla de Jordi Llopart en marcha, Domingo Ramón y Paco Sánchez Vargas, cuarto y quinto en 3.000 obstáculos, el gran Toni Corgos en la final de longitud… Luchábamos contra gigantes dopados. Lo hicimos bien. Con dignidad y limpios.

P: ¿Qué eco mediático le dieron los medios de comunicación españoles a ese acontecimiento?

R: Mucho menos volumen que el actual, pero con un enfoque más puro. Deporte, competencia, participación. Estos eran los criterios. Se nos criticaba porque no conseguíamos vencer a soviéticos, polacos o alemanes orientales, pero entonces la prensa no conocía los manejos del doping y eso les llevaba a engaño. Pero los periódicos tenían especialistas en casi todas las materias y se hablaba bastante más que ahora. Para criticarnos por no ganar medallas, y obviando el tema del doping que he explicado, pero se nos atendía bastante más. Un récord de España batido era tema de portada en un periódico deportivo. Qué ironía respecto de los tiempos actuales.

Hoy, el envoltorio importa más que el contenido. Un atleta poniéndose el dedo en la nariz es más importante que cuatro años de trabajo y esfuerzo

P: ¿Y al atletismo en general, qué cobertura le daban?

R: Bastante relevancia. Mucha más que ahora, con la diferencia notable que he comentado. Éramos unos parias en comparación con las grandes potencias y todo se atribuía a un problema de raza: los españoles no dan para más en atletismo. No se tenía en cuenta que había un factor diferencial que se medía en muchos centímetros. Yo fui a Moscú habiendo saltado 2,21 m en altura, una marca era significativa porque indicaba el ritmo del progreso antes del doping: con 2,21 habrías sido medalla de oro en 1964, de plata en 1968, de plata en 1972 y de bronce en 1976. Es decir, era una referencia de progresión. Con 2,21 debías estar entre los 8 primeros en Moscú. Pero no. El podio en Moscú se repartió entre 2,36 y 2,31 m. ¡Diez centímetros más! Qué curioso: el campeón olímpico en 1980 (Gerd Wessig) salta 2,36 m. El campeón olímpico en 2008 (Adreny Silnov) salta… 2,36 m. ¡Lo mismo! Pero han transcurrido 28 años. La diferencia se llama doping. La prensa de hoy lo comprende. La de entonces, lo desconocía.

P: ¿Qué diferencias hay entre la cobertura del atletismo de 1980 y la de 2011?

R: La misma que en otros deportes: hoy, el envoltorio importa más que el contenido. Un atleta poniéndose el dedo en la nariz es más importante que cuatro años de trabajo y esfuerzo.

P: Muchas gracias por atendernos 

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5 Responses to “Martí Perarnau: «Luchábamos contra gigantes dopados y lo hicimos bien. Con dignidad y limpios»”
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